El 2 de agosto es una fecha que tiene muchos significados históricos y cargas simbólicas que concluyen estos últimos años en una pérdida de identidad simbólica y de reconocimiento de parte de las comunidades campesinas y pueblos indígenas del país.
Algunos datos que se recuerdan en esta fecha:
- Homenaje a JuanHhuallparrimachi, el poeta guerrillero indígena, fallecido el 2 de agosto de 1815. La historia menciona que los españoles no habrían sido derrotados de no ser por la ayuda de los movimientos guerrilleros que estaban encabezados por los “indios”. Entre los siglos XVI , XVII y principios del XVIII, se produjeron decenas de levantamientos indígenas contra los opresores. En 1781 los movimientos estuvieron dirigidos por Tupaj Amaru en Cuzco, Tupaj Katari en La Paz y sus primos Dámaso y Nicolas Katari en La guerra de guerrillas se produjo en la audiencia de Charcas durante la Guerra de la Independencia. Sobresale el nombre de Juan Huallparrimachi en el valle de Los Cintis, quien, con Manuel Ascencio Padilla y Juana Azurduy, lideró la republiqueta de La Laguna. Buscaban la libertad y el reconocimiento de sus territorios y de los derechos de sus pueblos originarios.
- En 1937, un 2 de agosto durante el gobierno del TnCnl. German Busch, se promulgó un decreto supremo mediante el cual se declara la fecha como “Día del indio” en homenaje al campesino boliviano. Se señala esta fecha porque el 2 de agosto de 1931 se fundó el 1er Núcleo Indigenal de Bolivia, en el pueblo de Warisata, por Elizardo Pérez y Avelino Siñani.
ARTÍCULO 1O. – Declárase “Día del Indio” el 2 de agosto en homenaje a la fundación del primer Núcleo de Educación Indígena y Campesina en la República. En dicho día se realizarán en los diferentes núcleos escolares indígenas, concentraciones de aborígenes, exposición y feria de productos, manufacturas nacionales y concursos folklóricos y otros actos que tienden, a elevar el nivel social, moral y cultural de las masas autóctonas. …”
La escuela ayllu de Warisata es el resultado de varias luchas de los pueblos originarios, principalmente en tierras altas, para consolidar un modelo de educación alternativo contrario al propuesto por los gobiernos liberales de la época que solo intentaron crear algunas escuelas indigenales con alfabetización y adoctrinamiento religioso. El modelo de la escuela ayllu de Warisata se basa en cinco valores o principios universales: la organización comunal, la producción comunal, la revalorización de la identidad cultural, la solidaridad y reciprocidad y la comunidad como base o sustrato del modelo ayllu. Todos estos principios o valores confluyen en un fin último relacionado con la liberación, el anhelo de aprender a leer y escribir como una manera de reivindicar los derechos de los indígenas y la defensa de sus territorios comunales para lograr un desarrollo humano en el marco de la autodeterminación de los pueblos originarios. La educación fue vista como esperanza y futuro, como una nueva forma de rebeldía indígena que los patrones y miembros de la clase media gobernante no estaban dispuestos a tolerar.
Todos estos principios y valores, como un modelo alternativo de desarrollo de los pueblos indígenas/originarios, con el paso del tiempo fueron olvidados. Los gobiernos de turno se olvidaron o pasaron de largo en las agendas políticas. En consecuencia, la escuela ayllu Warisata, solo se reconoce y conmemora en el municipio de Achacachi y sus alrededores.
- Como un homenaje a la conformación del primer sindicato agrario, un 2 de agosto de 1953, 250.000 campesinos se reunieron en la localidad de Ucureña —departamento de Cochabamba— para ser testigos de la aprobación del Decreto Supremo 3464, emitido por Victor Paz Estenssoro, en el que señalaba: “queda extinguido el latifundio. No se permitirá la existencia de la gran propiedad agraria corporativa ni de otras formas de gran concentración de la tierra, en manos de personas particulares y de entidades que, por su estructura jurídica, impidan su distribución equitativa entre la población rural”.
La reforma agraria de 1953 significó la incorporación de los pobladores rurales al mercado nacional en calidad de campesinos y/o productores. Asimismo, supuso la eliminación de un sistema de explotación y una estructura económica casi feudal controlada por grandes latifundios en el 95% de las tierras cultivables del país. Se produjo la abolición del pongueaje como régimen servidumbral.
Con la liquidación del latifundio, bajo la consigna de “la tierra de es quien la trabaja”, indígenas mayoritariamente de altiplano y valles interandinos de manera lenta y paulatina, recibieron títulos de propiedad como comunidades campesinas organizadas en sindicatos agrarios. En ese momento no existía la idea del reconocimiento de territorios indígenas en tierras bajas, las etnias de los llanos estaban olvidadas y no formaban parte activa del país. Con la idea de un desarrollo productivo alternativo y diversificado, el Estado promovió durante los siguientes años la entrega de tierras gratuitas en nuevas zonas de colonización en tierras bajas. El campesino había pasado de ser un colono, siervo, dependiente del patrón a ser propietario de su tierra, esta caracterización se complementa con una nueva mentalidad y conciencia de clase: el campesinado.
- Durante el gobierno de Evo Morales el 2 de agosto de 2007 mediante Decreto Supremo Nº 29216 se instituye el día 2 de agosto como "Día de la Revolución Agraria”. Los siguientes años hay diferentes denominaciones como: en el 2008 “Día de la liberación y educación indígena”; en el 2009 “Día de la Autonomía indígena”; en el 2010 “Dia de la Revolución Agraria Productiva, Comunitaria”, en el 2011” Día de la liberación política y de la liberación económica”; en el 2013 “Día del antiimperialismo”. En los últimos años se reconoce el 2 de agosto como “Día Nacional de la Revolución Agraria Productiva y Comunitaria” en el marco de la ley Nº 144 que define: “el establecimiento de las bases institucionales, políticas y mecanismos técnicos, tecnológicos y financieros de la producción, transformación y comercialización de productos agropecuarios y forestales, de los diferentes actores de la economía plural; priorizando la producción orgánica en armonía y equilibrio con las bondades de la madre”. Esta ley y este día están orientados a la consolidación de políticas públicas para la seguridad y soberanía alimentaria, respecto a protección de la madre tierra y el fortalecimiento de la base productiva en manos de campesinos e indígenas. Hasta la fecha, algunos objetivos de la ley se cumplen mediamente y sus alcances son adecuados al momento político de sus demandantes.
Así, de varias maneras, el 2 de agosto se identifica con el: “Dia del Indio”, “Día del Campesino”, “Día de la Reforma Agraria”, “Día de la Dignidad”, “Día de los Pueblos Originarios”, el más reciente “Día Nacional de la Revolución Agraria Productiva y Comunitaria”. Muchos nombres con diferentes significados que confunden y pierden de vista el valor simbólico que representa esta fecha.
Desde sus inicios el 2 de agosto fue para reconocer la existencia de los pueblos indígenas campesinos, sus derechos para el acceso a la tierra y el territorio, y también para incorporarlos a la base productiva del país. Sin embargo, estas diferentes denominaciones relacionadas con la fecha, están haciendo perder el sentido y la orientación histórica que representa.
El término “indio” (fuera de nuestras fronteras y también dentro), hasta ahora es usado para identificar a los pueblos indígena originarios; sin embargo, es también un término despectivo discriminatorio asociado al sometimiento por parte de los europeos con la llegada de Cristobal Colon y expresa o supone inferioridad, dominación, explotación, discriminación. El término ha generado por mucho tiempo exclusión y en algunos casos negación o rechazo a la identidad étnica.
En estos 69 años de reforma agraria, la redistribución de la tierra se ha dado principalmente a través de sindicatos agrarios, lo que ha roto con la estructura del ayllu en tierras altas al constituir sindicatos para la redistribución de la tierra. Lo que es peor, en determinadas épocas se favoreció al latifundio en el oriente y otras regiones. La burocracia estatal tardó mucho en devolver la tierra a los verdaderos dueños: los indígenas y campesinos. Ignoró la realidad de las comunidades y el crecimiento poblacional, dotó de pequeñas parcelas a los campesinos en situación de servidumbre para que subsistan y con el tiempo se incrementó el minifundio, dejando a miles de campesinos con pequeñas parcelas de tierra improductivas, facilitando la migración y la pobreza.
Esta última década se habla de una mejor distribución de tierras en favor de campesinos e indígenas, sobresale la titulación a nombre de las mujeres y la distribución de tierras fiscales a nuevas comunidades “interculturales”, sin embargo, el problema rural en Bolivia sigue sin resolverse.
Desde el Estado se promueve que estamos en una “revolución agraria productiva y comunitaria” que queda como slogan en la Ley 144, pues se limita a plantear propuestas productivas en favor de algunos sectores y deja a un lado a otros, a pesar de que todos pertenecen al mismo mundo rural indígena/campesino, hoy dividido internamente, confrontado por el uso y acceso a los recursos naturales y los modelos y visiones de desarrollo.
En este contexto político, se ha perdido el verdadero reconocimiento e inclusión de los pueblos indígenas/originarios que habitan en nuestro país a las políticas públicas, pues hasta ahora no se toman en cuenta acertadamente sus propias visiones de desarrollo; se habla mucho de sus derechos, sin embargo, hay pueblos indígenas en tierras bajas en situación de extrema vulnerabilidad casi en peligro de extinción. Este sector sobrevive con poca tierra, con territorios titulados como tierras fiscales, con nuevos asentamientos de nuevas comunidades de campesinos e interculturales, que los están desplazando y marginalizando. El Gobierno intenta demostrar un cambio a favor de los campesinos, que es parcial, y que deja en el olvido a los pueblos originarios minoritarios que ahora están en una situación de extrema vulnerabilidad territorial, cultural y de desarrollo.
Efraín Tinta es Director de la Regional Altiplano de la Fundación TIERRA.