La multiactividad, como estrategia económica campesina

La reforma agraria de 1953 fue un hecho histórico donde los campesinos recuperaron sus tierras de comunidad, y que posteriormente incidió en varios cambios sociales y económicos en las comunidades campesinas del país. Si nos circunscribimos a la región altiplánica y de los valles interandinos de La Paz, uno de los fenómenos que paulatinamente se ha ido imponiendo es la multiactividad, como estrategia económica de las familias.

vaca

Esto significa que la agricultura, por sí sola, no genera ingresos para cubrir las necesidades básicas de las familias. Por ello, tienen que recurrir a la multiactividad, a la migración, muchas veces trabajando en diversas ocupaciones laborales durante periodos largos. Por ejemplo, la construcción, el transporte, el comercio, confección; pero también como asalariados en el magisterio, la Policía, las Fuerzas Armadas (Urioste, 2017).

La multiactividad, en parte, es un reflejo del debilitamiento de la agricultura familiar, basada en la producción de una diversidad de alimentos, tanto para el autoconsumo, como para el comercio en los centros urbanos. En la década de 1980, con la aplicación de políticas neoliberales de “puertas abiertas”, en Bolivia, para el ingreso de productos agropecuarios de países vecinos, se ahondó el problema de dependencia alimentaria y los pequeños productores de las comunidades campesinas tuvieron que optar por la multiactividad.

La multiactividad está relacionada principalmente con la migración desde el campo hacia la ciudad y, de ahí surgió la categoría de “residente”, personas que, teniendo la posesión de tierra en la comunidad, tienen su residencia temporal o permanente en un centro urbano. A su vez, la categoría de “multiresidencia” alude a varios lugares de residencias, por las actividades económicas que desarrolla una persona; ya sea en una ciudad, como El Alto, o en regiones de los yungas, productoras de frutas o en actividades de explotación minera de oro.

Si bien estas actividades implican mucha precariedad y dispersión laboral, que a su vez supone mucho esfuerzo y desgaste, existen algunas actividades productivas que han permitido una inserción bastante exitosa en el comercio, tal como muestran los investigadores Tassi y Canedo (2019) y que ha dado pie a otras tareas, se refiere a la producción de tomate en Sapahaqui y la producción lechera en Achacachi, municipio que forma parte de la cuenca lechera del altiplano.

La incursión en el mercado de pequeños productores de tomate, con alta demanda de consumo en las ciudades de La Paz y El Alto, puede dar pie a que estos productores se inserten en las organizaciones gremiales de comercialización en El Alto. A su vez, el control del sistema de transporte del producto, que suele estar a cargo de uno de sus afiliados. El control de mercado también supone el desplazamiento de intermediarios o “rescatistas”, puesto que han logrado tener sus propios lugares de venta.

Con respecto a la producción de leche, otra actividad donde han incursionado muchas comunidades del altiplano de La Paz, un aspecto importante es el límite que impone la propia comunidad, en cuanto a la expansión de algunos miembros jóvenes de la comunidad en el rubro. Es decir, si algún emprendedor lechero aspira a tener 100 cabezas de ganado bovino para producción de leche, cosa que es posible con la adquisición de tierras en alquiler o compra, se topa con el sistema de cargos de servicio a la comunidad. Si tiene tierras en varias comunidades, no puede ejercer estos cargos en tres comunidades a la vez. Entonces, resulta un mecanismo de control, digamos, efectivo para evitar el acaparamiento de tierras.  

Si bien la Reforma Agraria de 1953 devolvió la tierra a los campesinos; esta norma no fue suficiente para satisfacer el crecimiento poblacional de las comunidades campesinas. Por ello, estas han tenido que recurrir a la estrategia de la multiactividad económica. En todo caso, aunque algunas comunidades logran diversificar sus ofertas, muchas quedan al margen de este modelo.

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